Campamento en el Desierto: Mis trucos para sobrevivir

La Cherokee Negra corre por los caminos de terracería de la Reserva de la Biósfera El Pinacate. Dentro de ella, me siento acalorado por los rayos de Sol que entran por mi ventana. La situación hace que me dude de mi elección de ropa para acampar en el desierto.

Preparamos nuestro equipo para el campamento en el desierto. Herme, nuestro anfitrión de esta aventura, detiene el vehículo para adecuar la presión del aire de las llantas al tipo de terreno. Juan, Santiago y yo; aprovechamos la oportunidad para estirar las piernas y en mi caso, deshacerme de las capas que me sobran.

Me bajo del vehículo y el gélido viento del norte me golpea. Me quedo helado.

Será todo un reto pasar la noche con temperaturas cercanas a cero.

Jeep Cherokee 4x4

El Sol está cayendo, es la señal para detener nuestra exploración de la Reserva y levantar el campamento en el desierto. En el día, el frente frío que envuelve a esta parte del continente americano nos recordó su presencia.

Antes de ponernos a trabajar, los cuatro discutimos nuestra situación. Quitarnos del camino directo del viento ayuda a conservar mejor nuestro calor.

Sabemos que ocasionalmente habrá rafagas de viento de cualquier dirección, pero el gélido, es el que viene del norte

Usamos las paredes volcánicas del borde de los campos de lava del Santa Clara para añadir a la protección que ofrece nuestra casa de campaña. Levantamos el refugio a una distancia prudente de ellas para evitar alimañas o piedras que nos incomoden durante la noche.

Mientras Santiago y Juan arman la fogata a una distancia segura de la casa de campaña, Herme y yo revisamos que las cuerdas están tensas y las estacas firmes para que puedan resistir vientos fuertes en nuestro campamento en el desierto.

Acampar en El Santa Clara

El Sol se esconde tras el Volcán Santa Clara. Su sombra envuelve nuestro campamento y la temperatura baja rápidamente. La ráfaga ocasional de viento me recuerda la presencia Frente Frío

Diligentemente Herme se ocupa de preparar nuestra cena. Sentados en nuestras sillas, vemos como bajo la parrilla, el acogedor fuego danza, mientras la cafetera nos avisa que el brebaje está listo.

Son los pequeños detalles los que hacen o arruinan una acampada. La comida y la bebida caliente no solo avivan el espíritu, también hacen entrar en calor al cuerpo.

New York Steak

En las faldas del Santa Clara, el viento del desierto insiste sobre nuestra casa de campaña. Sobre las láminas de foamy que colocamos en el piso de nuestro refugio, están nuestras cuatro bolsas de dormir, una a lado de la otra.

Me siento cómodo guardado dentro de la mía. Me es imposible notar si afuera de la tienda está o no el mismo gélido viento que nos recibió en la mañana. Por lo pronto, me siento acalorado y acabo por retirar un par de capas de ropa para no transpirar.

No tarda en llegar el sueño. Todas las medidas que tomamos nos ayudan a tener una excelente y cómoda noche de descanso.

Me da gusto, porque nuestro reto del día siguiente es una caminata de doce kilómetros hasta la cima del Pinacate, el pico más alto de los tres forman el Volcán Santa Clara.

Volcan Santa Clara